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¿Cómo están nuestros proyectos impactando la reducción de la desigualdad en África y Asia? II

mercados locales contra la pobreza

A pesar de los esfuerzos globales para combatir la pobreza, las brechas económicas y sociales siguen ampliándose, lo que hace que la lucha contra la desigualdad sea más urgente que nunca.

 

África, el continente con mayor índice de pobreza, alberga al 13 % de la población mundial y concentra el 33 % de las personas en situación de pobreza, según la ONG Manos Unidas. Por su parte, en Asia, la desigualdad de riqueza es una contradicción evidente: el continente alberga algunas de las economías más prósperas del mundo, pero también a millones de personas en extrema pobreza.

En ese marco, corresponde cuestionarse: ¿y nosotros, estamos contribuyendo realmente a reducir la desigualdad? Como organización dedicada a la cooperación en países en desarrollo, tenemos la responsabilidad de evaluar en qué medida estamos impulsando positivamente a la población más vulnerable.

Desde CODESPA trabajamos en 11 países de África, Asia e Iberoamérica: República Democrática del Congo, Marruecos, Angola, Filipinas, República Dominicana, Perú, Nicaragua, Guatemala, Ecuador, Bolivia y Colombia.

A pesar de la diversidad de países y circunstancias, nuestra misión ha sido la misma durante 40 años: transformar la vida de 10 millones de personas, ayudándolas a salir de la pobreza y avanzar hacia la prosperidad.

campo desplazados goma
Imagen del campo de desplazados Ngangi, cerca de Goma.

 

África y Asia, cuando la pobreza tiene muchos rostros

Comprender el contexto en el que viven las personas y las barreras que enfrentan es clave para diseñar soluciones eficaces. La pobreza no es uniforme; cambia según la región, las condiciones económicas y las oportunidades disponibles.

En Filipinas, ha habido recientemente un auge de la clase media, que hoy representa el 40 % de la sociedad, debido a los servicios de outsourcing o subcontratación. El país se ha convertido en el epicentro de los call centers anglosajones, generando empleo y mejorando ingresos. Sin embargo, este crecimiento ha sido desigual. Actualmente, un 37 % de la población pertenece a la llamada “clase media baja”, con ingresos que oscilan entre 150 y 1.500 euros al mes. Para este grupo, cualquier imprevisto —como la pérdida de empleo o el aumento del coste de vida— supone el riesgo de volver a la pobreza.

El 20 % de los filipinos vive por debajo del umbral de pobreza, con ingresos inferiores a 150 euros mensuales, con acceso extremadamente limitado a servicios básicos. La falta de atención médica y la desnutrición provocan que 30 de cada 1.000 niños mueran antes de los cinco años. Además, muchos niños y jóvenes deben abandonar la escuela para trabajar y contribuir a la economía familiar. La situación se agrava en las zonas rurales, lo que causa grandes movimientos migratorios hacia las ciudades. No obstante, el mercado laboral urbano tampoco ofrece una solución: la mayoría de los empleos son informales, sin derechos ni estabilidad, dejando a miles de personas atrapadas en la precariedad.

A pesar de la distancia, una realidad similar se vive en Marruecos. Las ciudades con mayor desarrollo empresarial atraen a miles de personas en busca de empleo, pero solo una minoría logra acceder a un trabajo digno. Según el Banco Mundial, el 77 % del empleo en el país es informal, sin derechos ni estabilidad.

En las zonas rurales, la desigualdad se profundiza, especialmente en el acceso a la educación. La falta de escuelas cercanas afecta de manera desproporcionada a las niñas, quienes, sin opciones para estudiar, ven su futuro reducido a esperar la edad legal para casarse. La falta de educación retroalimenta el ciclo de pobreza, impidiendo que las personas desarrollen sus habilidades y tengan la oportunidad de construir un futuro.

En Angola, la situación es especialmente crítica. Según el Índice Global de Pobreza Multidimensional (IPM), uno de cada dos angoleños vive en situación de pobreza. En las zonas rurales, esta cifra asciende al 88 %, mientras que en las ciudades se mantiene en torno al 30 %. La falta de empleos formales obliga a recurrir a la economía informal para sobrevivir, dejando a miles de familias sin acceso a seguridad social ni estabilidad económica. La lucha diaria es la misma en todos los contextos: asegurar lo más básico, como alimentación, vivienda, salud y educación.

Cuando los sistemas formales son frágiles, la desigualdad se intensifica y la pobreza se vuelve aún más extrema. Es el caso de la República Democrática del Congo*, una de las cinco naciones más pobres del mundo. En 2023, el Banco Mundial, estimó que alrededor del 74 % de los congoleños sobrevivían con menos de 2,15 dólares al día.

A pesar de contar con abundantes recursos naturales, el país no logra transformarlos en motor de crecimiento y desarrollo. En el ámbito laboral, el 80 % del empleo es informal, afectando de manera desproporcionada a las mujeres. Además, enfrenta graves desafíos que obstaculizan su progreso, como la inseguridad alimentaria, la falta de acceso a servicios básicos y un sector agrícola ineficiente. Para las familias con ingresos bajos, la vida cotidiana está marcada por una constante inseguridad.

 

CODESPA, un método propio allí donde más se necesita

Entonces, ¿cómo enfrentamos los desafíos? Tras años de trabajo sobre el terreno, hemos desarrollado el Método CODE, una metodología en la que las comunidades participan activamente para desarrollar soluciones duraderas y efectivas. Este enfoque va más allá de acciones aisladas, pues analiza en profundidad los problemas, identifica actores clave y evalúa capacidades locales. Así, construimos sistemas que dinamizan la economía local y potencian las habilidades de las personas para que sean autosuficientes.

Además de diseñar la estrategia, CODESPA actúa como capacitador, impulsor y conector. Brindamos formación para que se integren en el mercado laboral o emprendan, apoyamos la formalización de sus iniciativas productivas, y les facilitamos el acceso a la financiación que requieren y a clientes potenciales. En definitiva, proporcionamos herramientas y técnicas que aseguren la sostenibilidad de sus iniciativas incluso después de nuestra retirada.

En Filipinas, lo hemos hecho con productores de algas de una zona costera llamada Hinatuan, al sur del país, de muy difícil acceso. Su ubicación geográfica la hace especialmente vulnerable tanto en lo socioeconómico como a los efectos del cambio climático.

cooperativa algas filipinas
Algunos de los miembros de la cooperativa HISFA-CO.

 

Nos hemos centrado en potenciar la producción de algas, muy demandadas en industrias como la cosmética y la alimentaria. A través de capacitación técnica, han mejorado la calidad del producto y se ha fomentado la asociación, formando una cooperativa que les permite negociar de manera más justa. Además, hemos fortalecido su gestión empresarial. Actualmente venden directamente al mercado internacional como proveedores de una empresa española con filial en Manila, eliminando a los intermediarios. Esto ha mejorado su calidad de vida, permitiendo a sus hijos acceder a la educación y ofreciendo un horizonte económico más estable.

En Marruecos la cultura de emprendimiento está presente, no obstante, los jóvenes no cuentan con el apoyo necesario para llevar a cabo sus proyectos con éxito. Por eso hemos diseñado Inno’VERT, un programa financiado por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), que acompaña a 3.000 personas —especialmente jóvenes, mujeres y migrantes subsaharianos— desde la sensibilización sobre las oportunidades que ofrece la economía verde hasta la consolidación de modelos de negocio.

En Angola, hemos puesto en marcha escuelas de campo para el desarrollo agrícola, que permiten mejorar la seguridad alimentaria en zonas afectadas por la sequía y el cambio climático. A través del programa ECOSAN (Ecosistemas de Seguridad Alimentaria y Nutrición), apoyado por la cooperación portuguesa (Camões), ayudamos a 1.700 familias a gestionar pastos, adoptar prácticas agrícolas sostenibles y aprovechar productos forestales no madereros. Esto no solo combate la desnutrición, sino que también promueve la integración social entre grupos étnicos como los Khoisan y bantús.

agricultora angola
Una agricultora angoleña en una de las escuelas de campo.

 

En la República Democrática del Congo también trabajamos en escuelas de campo y el acceso a financiación a través de la metodología EntreTODOS. Este sistema organiza a la comunidad en grupos autogestionados que promueven la educación financiera y la cultura de ahorro, permitiendo que sus miembros obtengan financiación para necesidades básicas, imprevistos o para invertir en sus pequeños negocios.

 

Las personas como protagonistas

Más allá de los proyectos, los verdaderos protagonistas son los emprendedores que un día se acercaron a CODESPA sin aparentemente nada que ofrecer y que hoy, con su compromiso, pasión y trabajo, hacen posibles estas iniciativas. Algunos de ellos comparten sus historias.

Empiezo el día revisando el mantenimiento de mi moto-taxi. Después desayuno con mis hijos y voy al mercado de Sake hasta las 15:00. Cuido de mis tierras dos veces a la semana. El resto de días, se encargan mi esposa y mis hijos. Una vez a la semana, tenemos nuestra reunión con la asociación AJAK.

Es una mañana cualquiera en la vida de Esate Maisha Lubongo, un padre de familia de 42 años que vive en la pequeña localidad de Kingi, en la República Democrática del Congo.

Hace más de diez años, Esate se unió a la asociación AJAK, de la que hoy es secretario. Gracias a un proyecto que fomenta huertas comunitarias en terrenos antes desaprovechados, ha encontrado una solución para asegurar el bienestar y la estabilidad de su familia.

productores congo
Miembros de la familia Maisha Lubongo y su comunidad en uno de los terrenos reacondicionados.

 

Otra emprendedora que ve el futuro de una manera más optimista es Saida Chouli, residente de las montañas del Rif, al noroeste de Marruecos. Si alguien le hubiese dicho a la Saida de 11 años que, pese a ser una excelente estudiante, tendría que dejar el colegio para ayudar en casa, pero que acabaría siendo la presidenta de una cooperativa textil, probablemente no lo habría creído.

Douar Tanafelt es la cooperativa formada por 34 mujeres que, gracias a la formación de CODESPA, han adquirido habilidades organizativas, diversificado sus productos y aumentado su producción. Además, la inversión realizada ha permitido reparar la maquinaria de su taller, mejorando la calidad y cantidad de su producción. Su esfuerzo ha sido reconocido oficialmente: uno de sus productos ha recibido el sello de certificación colectiva “Mendil del Norte”, otorgado por el Ministerio de Turismo y Artesanía de Marruecos.

cooperativa textil marruecos
Saida trabajando en el taller de Douar Tanafelt.

 

Es posible

Cada historia de éxito es un recordatorio de que, con el enfoque adecuado, podemos reducir la desigualdad y fortalecer comunidades.

El compromiso de CODESPA con la reducción de las desigualdades en Filipinas, Angola, República Democrática del Congo y Marruecos refleja nuestra dedicación a generar un cambio positivo y sostenible. A través de programas que superan las barreras de conocimiento, dan acceso a financiación y desarrollan mercados, promovemos el desarrollo económico local, transformando la vida de sus protagonistas.

La lucha contra la desigualdad no es una tarea fácil, pero con un enfoque integral y la colaboración con instituciones locales, estamos avanzando hacia un futuro más justo y equitativo. Seguiremos midiendo nuestro impacto, adaptando nuestras metodologías y afinando nuestra estrategia para asegurar que cada esfuerzo contribuya efectivamente a reducir la brecha de la desigualdad. Hasta la fecha, casi 2 millones de personas en África y Asia han participado en nuestras iniciativas.

 

Han colaborado en la redacción de este artículo: Baptista Pedro, representante de CODESPA Angola; Adnane Laakel, representante de CODESPA Marruecos; Franck Mbemba, representante de CODESPA República Democrática del Congo; Margaret Luz Navarro, representante de CODESPA Filipinas; Miguel Ángel Villarroel, representante de CODESPA Bolivia; Andrés Rodolfo Trujillo, representante de CODESPA Colombia; Ferrán Gelis, representante de CODESPA Ecuador; Vanessa Mazariegos, representante de CODESPA Guatemala; Guillermo Cardenas, representante de CODESPA Nicaragua; Luis Cáceres, representante de CODESPA Perú; Diana Patricia Borrero, representante de CODESPA República Dominicana; Elena Martínez García, subdirectora de CODESPA; Ana Zarzalejos y Laura Contreras, de comunicación de CODESPA.

 

* Queremos aprovechar este espacio para informar sobre la preocupante escalada de violencia en la República Democrática del Congo. El reciente avance del grupo rebelde M23 en Goma y su expansión en la región han agravado una crisis humanitaria de larga duración, forzando el desplazamiento de más de dos millones de personas. Ante esta situación, nuestras actividades en la zona se han visto ralentizadas desde inicios de 2024.

A pesar de las dificultades, nuestro equipo y las comunidades con las que trabajamos se encuentran bien y seguimos comprometidos con nuestro propósito de apoyar a quienes más lo necesitan.

 

Fuentes:

ONG Manos Unidas

Banco Mundial (Marruecos)

Banco Mundial (RD Congo)

Índice Global de Pobreza Multidimensional (IPM) en Angola

 

Si quieres saber cómo nuestros proyectos impactan en Iberoamérica, lee este artículo