El 20 de noviembre de 2024, iniciamos un viaje que nos llevaría a un Perú lejano, no solo geográficamente, sino también en términos de realidad.

Es un país de paisajes impresionantes y una rica herencia cultural, con gente cálida, que convive con la dura realidad de la pobreza. No era un viaje de lujo ni de descanso, sino una experiencia de inmersión en los proyectos de CODESPA, que transforman la vida de las comunidades más vulnerables. Junto a tres patronos y dos amigos, nos acompañaron el director general, José Ignacio González-Aller, y la directora adjunta, Elena Martínez, de CODESPA, así como el delegado de CODESPA Perú, Luis Cáceres, quienes nos guiaron y ayudaron a comprender mejor el alcance de su labor en el país.

Nuestro primer destino fue Lima, fundada en 1535, que sigue siendo el centro político y económico de Perú, además de ser un importante puerto de mar. En sus alrededores, en lugares como Huaral, el impacto de la pobreza es evidente. Allí, en los asentamientos humanos, descubrimos una realidad desgarradora: calles polvorientas, casas incompletas y una falta de servicios básicos. Sin embargo, lo que más nos impactó fue la dignidad de sus habitantes. A pesar de las condiciones extremas, nos encontramos con personas decididas a mejorar su futuro. En los tres proyectos de emprendimiento que visitamos -un grupo de ahorro y crédito, un colectivo de tejedoras y una asociación de criadores de cuyes- encontramos historias de superación. Las mujeres, en su mayoría, lideraban estos proyectos, no solo creando fuentes de ingresos, sino también uniendo a la comunidad. “Gracias a ustedes, ahora tengo un futuro“, nos dijo una mujer, un reflejo de lo que CODESPA ha permitido: una oportunidad para cambiar vidas.

De Lima, nos dirigimos hacia la región de Cuzco, un gran polo turístico, antiguamente el núcleo del Imperio Inca, donde las condiciones eran diferentes pero los desafíos igualmente grandes. Los proyectos que visitamos estaban principalmente ligados a la agricultura, la ganadería y al sector primario, que siguen siendo los pilares económicos de muchas comunidades. Lo interesante de estos proyectos es cómo logran integrar la preservación de las tradiciones locales con enfoques innovadores y sostenibles. Desde el turismo rural hasta el cultivo de truchas, pasando por la producción textil, se aplican principios de economía circular que, no solo optimizan los recursos, sino que también generan nuevas oportunidades económicas. Estos proyectos han logrado mejorar los ingresos y la calidad de vida de las comunidades, manteniendo siempre un fuerte vínculo con su identidad cultural y sus raíces.

En cada comunidad visitada, los microemprendimientos que surgen gracias a nuestros proyectos crean nuevas oportunidades para quienes antes no las tenían. La capacitación, el apoyo financiero y el acceso a los mercados son clave para este cambio. Todo esto es posible gracias al equipo de CODESPA en Perú, formado por unas 40 personas, entre empleados y colaboradores, cuya cercanía y dedicación garantizan que estos esfuerzos no solo crezcan, sino que perduren, transformando realmente las vidas de miles de personas.

En el último día del viaje, tuvimos la oportunidad de estrechar la relación con la embajada española en Perú. El Embajador, consciente del impacto de nuestra labor, nos dedicó su tiempo, reforzando la importancia de continuar trabajando de la mano con instituciones que amplifiquen nuestro mensaje y visibilicen nuestra labor. Este gesto subrayó la relevancia de fortalecer alianzas estratégicas para generar más oportunidades.

El viaje concluyó con un sentimiento profundo de gratitud por lo vivido y con la certeza de que el trabajo de CODESPA está generando un impacto verdadero en las vidas de las personas que más lo necesitan. A lo largo de 35 años de actividad en Perú, nuestra organización ha contado con el apoyo de financiadores como la AECID, y otras entidades internacionales, como Fundación “la Caixa”, y empresas como Ferrovial y Grupo Lar entre otras, cuyo apoyo ha sido fundamental para llevar a cabo estos proyectos. Sin ellos, sería imposible lograr los resultados que hoy vemos.

Al regresar a casa, las imágenes de esas comunidades, de sus rostros llenos de esperanza y de lo que ya han logrado, siguen vivas en nuestra memoria. Este viaje nos dejó una lección clara: cambiar vidas no es solo una cuestión de ayuda material, sino de restaurar la dignidad, de ofrecer la oportunidad de prosperar y de brindar el acompañamiento necesario para que las personas, por sí solas, puedan salir de la pobreza. Y eso es lo que más claro nos quedó: el cambio real no está solo en las ayudas, sino en la capacidad de brindar a las personas las herramientas y las oportunidades necesarias para que ellas mismas transformen sus vidas.

Escrito por Andrés Fontenla, presidente de CODESPA.