Blanca Calleja es la responsable de programas y proyectos de CODESPA en Filipinas, Ecuador, Guatemala y Nicaragua. Su misión es apoyar al equipo de cada país en la presentación, el desarrollo y la evaluación de nuestras iniciativas.
Acaba de celebrar un año en CODESPA y su trabajo ya está dando sus frutos. Recientemente, viajó a Filipinas para observar cómo nuestra labor está transformando la vida de más de 800 pequeños productores de algas en la región.
Para Blanca, esta experiencia ha sido emotiva y productiva a partes iguales. El trabajo que realizamos es importante, pero las personas lo son aún más. Cada persona del equipo y todas las familias a las que apoyamos tienen rostro y una historia única que contar. Hoy, Blanca nos comparte la suya.
Blanca, recientemente has viajado a Filipinas, ¿cómo lo has vivido?
Para mí, ver el impacto en las comunidades con las que trabajamos ha sido lo más importante, y, por supuesto, conocer al equipo ha sido muy enriquecedor. Compartir ideas, comparar puntos de vista, vivir con ellos la realidad de su día a día, es todo mucho más fluido y me ha permitido entender mejor la labor que desarrollan y las dificultades a las que se enfrentan.
También he llegado a comprender los tiempos y procesos de ejecución, seguimiento y justificación de los proyectos. Llevar a cabo las iniciativas que proponemos es muy difícil, hay muchos retos. Además de la planificación, lidian con muchas más variables: huelgas, situación social y política, clima (tormentas, tifones). Y todo eso hay que identificarlo, tenerlo en cuenta y buscar soluciones.
Otra de las cosas que más me gustaron es que, durante el viaje, coincidí con un consultor externo. El motivo de mi viaje fue visitar un proyecto que es posible gracias al apoyo de Julius Baer Foundation. Juntos, fortalecemos a pequeños productores de algas de una zona costera al sur del país llamada Hinatuan. Allí tienen unas condiciones muy buenas para cultivar algas de gran calidad, que son muy demandadas en el mercado, pero su situación les impedía llegar al mercado en condiciones justas, son muy vulnerables. El consultor estaba elaborando un estudio de mercado para ampliar la acción del proyecto. Fue muy interesante, ya que compartimos puntos de vista que mejorarán los objetivos alcanzados y facilitarán la recogida de información para elaborar los informes finales. Además, el consultor interactuó directamente con nuestro equipo local y otros actores clave, como la comunidad, empresas y universidades, generando una valiosa retroalimentación en tiempo real.
¿Estas consultorías qué objetivos tienen y que aportan a CODESPA?
Una parte fundamental del Método CODE, que es la manera en la que trabajamos, es la estrategia de salida. El éxito de este proyecto radica en que CODESPA ha conectado a la empresa española procesadora de algas, CEAMSA, con la Asociación de Productores de Algas Marinas de Hinatuan (HSWPA). Esta conexión permite a las familias obtener mejores precios por sus algas que los ofrecidos por intermediarios locales.
Gracias a esta relación, CEAMSA entiende las dificultades y el contexto de las comunidades locales, mientras que los productores de HSWPA han aprendido sobre los estándares de calidad y las necesidades de CEAMSA. Esto ha generado una relación de confianza que ha resultado en la firma de un contrato. Los productores ahora entregan algas de tan alta calidad que CEAMSA puede procesarlas rápidamente, beneficiándose ambas partes.
CODESPA, por nuestra misión de asegurar que las personas pasen de la pobreza a la prosperidad por sus propios medios, apoya a HSWPA para diversificar su cartera de clientes y así garantizar la sostenibilidad a medio y largo plazo de la asociación. Los estudios de mercado que estamos realizando buscan identificar otros clientes potenciales para diversificar las oportunidades de los productores y cooperativas que apoyamos, garantizando relaciones comerciales beneficiosas para todos.
El consultor con quien coincidí durante mi viaje estaba analizando diferentes nichos de mercado para las algas. Entre los más prometedores se encuentran la producción de biofertilizantes, alimentos ready-to-eat, snacks y otros derivados con alto potencial de ingresos para las comunidades. El objetivo es priorizar aquellos nichos con mayor impacto y viabilidad a corto y medio plazo.
¿A eso se refiere la estrategia de salida que comentabas?
Exacto. En cooperación, la sostenibilidad es fundamental, ya que muchos financiadores quieren saber cómo se mantendrá el proyecto una vez que nos retiremos. En CODESPA, incorporamos esta estrategia como uno de los resultados clave de nuestra actividad.
Logramos esto mediante alianzas, redes comerciales, estudios de mercado y participación en ferias. No sólo preparamos a los emprendedores, cooperativas y microempresas para colocar sus productos, sino que también los acompañamos hasta la venta final. Como en este caso de las algas, ahora estamos integrando nuevos productores y buscando más clientes para expandir el proyecto. Buscamos siempre asegurar la viabilidad de nuestras iniciativas a largo plazo.
De todo lo que aprendiste en tu viaje, ¿qué es lo que más te sorprendió?
Hablamos mucho de este proyecto, así que lo que más me gustó fue ser testigo del cambio que está experimentando la comunidad. Y me pareció muy curioso poder ver el proceso completo de cultivo de las algas, que desconocía completamente.
¿Nos lo cuentas?
¡Claro! Tuve la oportunidad de ver en directo varias fases de este proceso.
Primero, muy importante, se seleccionan las algas que van a ser cultivadas. Estas algas son de cultivos anteriores donde, de la cantidad total de algas recolectadas, un 20% de las mejores se reservan para volver a ser plantadas.
A continuación, se plantan. Una primera fase se realiza en tierra, donde en una cuerda de unos 100 m de largo, se van atando estos brotes de alga y se plantan a unos 20 cm de profundidad.
Unos días más tarde, se colocan en nuevas cuerdas para llevar las algas al mar. Estas cuerdas tienen atadas botellas de plástico para que no se hundan, de esta manera las botellas se reutilizan y así no van directas a la basura, aunque ojalá podamos encontrar otra solución pronto que no implique plásticos. En el mar están entre 45-60 días, que es el periodo que más o menos necesita un alga para crecer. Hay varios factores que pueden influir en si son 45 o 60 días, por ejemplo, la temperatura del agua no es la misma entre la temporada seca y la de lluvias. Pasado ese tiempo, los productores recogen las algas desde sus barcas, momento en el cual las algas han crecido hasta 50-80 cm.
La recolección, que consiste en sacar la cuerda del agua, es realizada principalmente por hombres debido al peso. Cada tramo de cuerda de 100 metros puede pesar hasta 300 kg. En la fase previa, todos los miembros de la familia participan en la preparación y, en ocasiones, se contrata a otros productores fuera de HSWPA, quienes reciben un salario por su trabajo. Tanto hombres como mujeres participan en la plantación, pero la recolección es mayoritariamente hecha por los hombres debido a las exigencias físicas.
Después de recogerlas, se llevan a unas estructuras llamadas secaderos, que han sido donadas por los gobiernos locales. El día que yo visité la comunidad justo estaba lloviendo, por lo que no pude verlos funcionando, pero ahí se secan las algas durante unos días y luego se pesan, se empaquetan en unos sacos y se envían a CEAMSA.
CEAMSA paga el 80% del precio por adelantado, gracias a la confianza que ya hay establecida, que es la clave de este proyecto. Los productores responden y eso ha hecho que el pago se agilice muchísimo. Esto hace que estén motivados.
El precio por kilo, alcanza 60 pesos filipinos, pero a veces ha llegado hasta 150 pesos, es decir, igual que otras materias primas, como el café, el cacao, el precio del alga varía. ¿Por qué? A veces hay más producción, otras menos. Por ejemplo, hace unos meses, hubo un tifón por el que se perdieron muchas de las algas plantadas y el precio se disparó. Con estos cálculos, una familia puede ingresar unos 300-400€ de media, que para estas comunidades supone un ingreso muy positivo respecto a lo que antes solían obtener, porque están vendiendo directamente a la empresa.
He podido ver el impacto real que nuestros proyectos generan en la gente. Leemos demasiados informes, diagnósticos… y viajando ahí, te das cuenta de para quiénes trabajamos y entiendes el esfuerzo. “Dicen que una imagen vale más que 1.000 palabras, pues, para mí, un día en la comunidad vale más que 1.000 informes.
Cuando se hizo esta entrevista no teníamos todavía estas buenas noticias, ahora sí. En mayo de 2024, HSWPA ha pasado de ser una asociación a una cooperativa para poder recibir créditos. Ahora se llama: Hinatuan Seaweed Farmers and Fishermen Cooperative (HISPA-CO). ¡Enhorabuena!
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