Aterrizamos en Nicaragua por primera vez en 2006. Desde entonces trabajamos para mejorar las condiciones de vida de su población. Nicaragua es el segundo país más pobre de América donde el 9% de sus habitantes viven en extrema pobreza. La crisis económica y la pandemia de la COVID-19 han agravado la situación y provocado una caída en la oferta de empleos.
Los jóvenes y las mujeres han sido las personas más perjudicadas. Un 40% de los jóvenes no tiene acceso a un trabajo y no dispone de un salario digno que garantice el acceso a servicios básicos como alimentación o vivienda. Las mujeres jefas de hogar enfrentan dificultades económicas que afectan a ellas y sus familias no pudiendo acceder a educación y atención médica. A esto se le añade que la infraestructura del país todavía se encuentra en desarrollo, por lo que algunas áreas tienen servicios básicos limitados y la calidad de las carreteras y transporte público puede ser irregular.
Por otro lado, Nicaragua es un país diverso con una rica historia e increíbles paisajes naturales que lo convierten en un lugar lleno de oportunidades. Conviven multitud de culturas bajo influencias indígenas, africanas y españolas debido a su historia. Además, en comparación con otros países de la región, el coste de vida en Nicaragua es relativamente bajo. Todo esto hace de Nicaragua un país complejo con una mezcla de desafíos y atractivos.
En busca de soluciones sostenibles
Fundación “la Caixa” ha apostado recientemente por el trabajo que realiza CODESPA en el país con la finalidad de promover el empleo y el emprendimiento en 200 jóvenes y mujeres vulnerables de cinco provincias de Nicaragua: Managua, León, Chinandega, Masaya y Matagalpa.
Como se ha señalado antes, estas personas son grupos especialmente vulnerables debido principalmente a que se encuentran excluidas del sistema formal de educación, sin capacitación, desempleados y con recursos escasos. Muchos jóvenes son trabajadores del sector informal de la economía con empleos de poca calidad, inseguridad o de salarios irregulares. También se atiende a mujeres jóvenes jefas de hogar, ya que su nivel de vulnerabilidad es aún mayor.
A lo largo del año ambas entidades se enfocarán en el fortalecimiento de las habilidades laborales y capacidades emprendedoras de estos jóvenes y mujeres bajo el enfoque de “Economía Naranja”.
La “Economía Naranja” también es conocida como economía creativa o economía cultural. Su nombre proviene del color de la portada del informe de la Comisión de la Economía Creativa de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). La entendemos como el conjunto de actividades económicas relacionadas con la creatividad, la cultura, el arte y el patrimonio.
La economía naranja se considera una fuente importante de empleo, generación de ingresos y desarrollo económico. Es una herramienta para transformar y actualizar sectores económicos para hacerlos más sostenibles y respetuosos, tanto con el medio ambiente como con los derechos humanos. También es una oportunidad para fomentar la creatividad, la innovación y el intercambio cultural.
La puesta en marcha de emprendimientos a través de este enfoque potencia la creación de ideas de negocio en los sectores audiovisual, musical, gastronómico o turístico. Estas acciones se complementarán con el acompañamiento en la inserción laboral, para que se vea incrementada la empleabilidad, y con el apoyo en el acceso al mercado para los emprendimientos.
La inserción laboral de estos jóvenes y mujeres se potenciará a través de la realización de formaciones técnicas y en habilidades para la vida lo más adaptadas posible a las necesidades del país y las demandas del sector empresarial.
Jonathan Josué comparte su historia
Jonathan tiene 29 años y asiste a la formación “Emprendimiento con Propósito” en la ciudad de Managua. También acude a más talleres, pero esta es la que más le gusta porque le ha abierto la mente y nuevos caminos. Se despierta a las 5 de la mañana con las ideas claras, pero con la agenda en blanco. Nos cuenta que “todos los días salgo a buscar qué hacer para obtener ingresos. A las 8 de la mañana ya estoy visitando los negocios donde pueda ofrecer mis servicios. Hay días en los que puedo almorzar otros días no.” Su sueño siempre ha sido montar su propio negocio, crear empleo y generar ingresos para su familia. Cree que con educación, esfuerzo y compromiso podrá lograrlo. Nosotros también.
En los últimos años ha aprendido algunas capacidades en la impresión y artes gráficas que le ayudan a conseguir trabajos ocasionales. Durante estos meses Jonathan ha contagiado su entusiasmo y sus ganas de aprender a sus compañeros.
Muchos jóvenes en este país necesitan el apoyo, mediante capacitaciones e información, que les ayude a elevar su autoestima, y que a su vez puedan tener y mejorar sus capacidades para el empleo y para el autoempleo. En este caso me gusta motivar a los jóvenes para que entren en el proyecto, y que podamos desarrollar nuestras ideas, iniciar nuestros emprendimientos y poder mejorar nuestras vidas y nuestro futuro.
Además de apoyar a jóvenes como Jonathan y a mujeres vulnerables en su inserción laboral a través del empleo y el emprendimiento, se consiguen más metas a través de este método de “Economía Naranja”. Entre ellas, el fortalecimiento del tejido empresarial, con la generación de vínculos entre emprendedores establecidos y los nuevos emprendedores. También, al promover en los jóvenes con iniciativa emprendedora la aplicación de los principios de sostenibilidad ambiental y economía circular, tiene un impacto positivo en la lucha contra el cambio climático y la prevención de residuos. Y, todo ello, impulsando la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres.