Las alianzas para el desarrollo se han demostrado eficaces para mejorar la vida de comunidades pobres y excluidas en Filipinas. Os contamos cómo tres organizaciones especializadas en diferentes líneas de acción nos unimos en un proyecto común.
Hemos trabajado, durante cuatro años, en una iniciativa dirigida a reducir la vulnerabilidad de dichas comunidades de manera integral, abordando cuatro áreas de acción que se complementan y fortalecen mutuamente:
- Gobernabilidad y participación ciudadana: hemos trabajado en el fortalecimiento y capacitación a órganos de gobiernos locales y asociaciones civiles. También hemos impulsado la formación sobre derechos y deberes, así como sobre oportunidades y herramientas de gestión y planificación participativa.
- Actividades productivas alternativas: hemos formado sobre finanzas y emprendimiento, incluyendo asistencia técnica, desarrollo de planes de negocio y creación de grupos de ahorro. Por otro lado, hemos impulsado emprendimientos productivos y negocios inclusivos resilientes y adaptados al cambio climático.
- Acceso a agua, saneamiento y salud: hemos construido sistemas de agua y saneamiento, formando y fortaleciendo asociaciones civiles para su gestión y mantenimiento. En esta línea de acción, también hemos ofrecido formación en salud y sanidad y fortalecimiento de los centros y trabajadores de salud locales.
- Gestión de riesgos ante desastres naturales: hemos trabajado en el fortalecimiento del gobierno local, las comunidades y las familias ante situaciones de desastre. También hemos capacitado a los equipos de rescate, hemos preparado planes de emergencia y evacuación, sistemas de alerta temprana e entregado kits de emergencia.
Alianzas para el desarrollo
Cada área de acción ha estado formada por estrategias concretas enfocadas a incrementar la capacitación y el empoderamiento de las personas en distintos ámbitos, para con ello reducir su vulnerabilidad y mejorar sus condiciones de vida y su resiliencia tras el impacto de desastres naturales. Los tres aliados, FRS, Intered y CODESPA, hemos trabajado en las cuatro líneas de acción y hemos compartido nuestra experiencia en diferentes ámbitos:
- FRS: Especializada en salud y WASH (agua, saneamiento e higiene), mejorando la situación de las personas a través del trabajo socio-sanitario.
- CODESPA: Especializada en desarrollo económico, creando oportunidades económicas para que las personas salgan de la pobreza a través de su trabajo.
- INTERED: Especializada en gobernabilidad y educación transformadora, fortaleciendo las capacidades y el empoderamiento de las personas más vulnerables.
El proyecto se planteó de tal manera que cada organización aliada era responsable de impulsar en la zona en la que trabajaba todas y cada una de las áreas de acción. Este enfoque supuso por tanto que cada organización llevase a cabo actividades, además de en su área de especialización, en las otras áreas en las que no tenía mucha o ninguna experiencia previa, lo que supuso un desafío a la vez que un gran proceso de aprendizaje y crecimiento institucional. Es una muestra del gran alcance potencial de las alianzas para el desarrollo.
Para garantizar niveles de ejecución de calidad y desarrollo uniformes, para hacer seguimiento, y para que cada organización compartiese sus conocimientos especializados y apoyase a las otras organizaciones en el desarrollo de actividades relativas a áreas que no formaban parte de su especialización, se establecieron diversos mecanismos de coordinación e intercambio de información y conocimiento: informes trimestrales de actividades, informes anuales, visitas de coordinación y, tres veces al año, foros de trabajo para encuentro de directivos y técnicos.
Lecciones aprendidas del trabajo en alianza
La colaboración de las tres organizaciones durante cuatro años de trabajo conjunto ha supuesto, además de importantes avances en la resiliencia de las comunidades, una fuente de aprendizaje para las tres instituciones socias, tanto aprendizajes técnicos como aprendizajes sobre procesos de coordinación e intercambio. Ha habido también una constante reflexión institucional sobre la fortaleza y los desafíos de trabajar en alianzas.
¿Es necesario trabajar en alianzas? ¿Compensan los desafíos que supone la coordinación con los aprendizajes que se generan? ¿Es mayor el impacto en los beneficiarios? ¿Se producen ineficiencias o las sinergias y complementariedad de experiencias y conocimientos hacen la intervención más eficaz y eficiente? ¿Son las alianzas la clave para abordar un problema tan complejo y multidimensional como es la pobreza?
Todas estas reflexiones pueden acelerar el trabajo de toda organización que trabaje en contextos con grandes desafíos, en los que se cruzan pobreza, condiciones climáticas extremas y sistemas de gobierno con estructuras débiles y descentralizadas. Es el escenario donde las alianzas para el desarrollo pueden marcar la diferencia.
Nuestra experiencia es que, gracias al trabajo conjunto de las tres organizaciones mencionadas, las familias han evolucionado desde el monocultivo de arroz a la diversificación de sus cultivos, incluyendo la plantación de verduras que contribuyen a su subsistencia y a la generación de ingresos adicionales. También con el objetivo de obtener medios de vida más resistentes y adaptados, se han adoptado variedades de arroz orgánico tradicionales, se han iniciado negocios productivos y se han mejorado otros ya existentes, y se han establecido mecanismos de ahorro a través de grupos de autoayuda en familias que hasta entonces nunca habían contado con ahorro. Se ha producido la activación de una parte de la población tanto en lo que a participación en instancias de gobierno se refiere, como a participación en asociaciones civiles.
Las comunidades están más preparadas, con infraestructuras de agua, que ofrecen acceso a agua potable, obras de saneamiento, como letrinas, y sistemas de alerta temprana y evacuación, y la población está más formada y sensibilizada para afrontar desastres naturales, con planes y roles concretos para la acción y con habilidades específicas para actuar antes, durante y después del desastre.
Por su parte, los órganos de gobierno locales están más informados sobre sus responsabilidades y obligaciones con respecto a la población, y mejor preparados para abordar las necesidades de la comunidad, así como los derechos, deberes y oportunidades del barangay con respecto a los órganos de niveles superiores (provinciales, regionales y nacionales).
Por último, es relevante también tener en cuenta el proceso de aprendizaje institucional de las tres organizaciones que se han unido en este proyecto. Tanto en relación a procesos de coordinación y trabajo en equipo, como aspectos técnicos como resultado de implicarse en áreas de trabajo que no eran parte de su experiencia hasta entonces.
Si quieres saber más sobre este proyecto y el alcance de las alianzas para el desarrollo, accede a la publicación “Comunidades resilientes al cambio climático” en la que se recogen los datos más relevantes.