El papel de la mujer adulta africana es clave para el desarrollo social y económico del continente. No obstante, un gran número de barreras recogidas a continuación son las que las mantienen invisibles y sin las herramientas esenciales para su empoderamiento y plena inclusión en la sociedad.
Acceso a la educación
El analfabetismo es una lacra mundial que afecta especialmente a la mujer, representando dos terceras partes (479 millones) de la población mundial de analfabetos.
Privar a las niñas de este derecho humano fundamental limita posteriormente su empoderamiento, y dificulta la realización de tareas como gestionar el presupuesto familiar, usar un teléfono móvil o saber utilizar internet para realizar cualquier tarea, incluida informarse sobre nutrición o prevención de enfermedades. Además, se ha comprobado que cuando la madre ha accedido a educación y es alfabetizada, sus hijos tienen más posibilidades de completar su educación.
En Níger, con una población de casi 18 millones de habitantes, solo el 11% de las mujeres adultas (el 17% en el caso de las jóvenes) está capacitada para escribir su nombre en un papel. Cada minuto cuenta, firma aquí.
Acceso al trabajo
Abrir un negocio, puede suponer para una mujer africana todo un reto, ya que, además de la falta de garantías, la inexistencia de una tarjeta nacional de identidad, y de acceso a formación especializada, en muchos países necesitan el apoyo y aprobación legal de sus maridos para poder hacerlo. Esto explica que las mujeres en África sean receptoras de menos del 10% del crédito desembolsado. La falta de acceso a servicios financieros, impide que puedan solicitar un crédito para crear sus propios negocios, lo que limita fuertemente su desarrollo económico. En algunos países como República Democrática del Congo, necesitan el permiso de sus maridos incluso para abrir una cuenta bancaria, un primer paso para poder acceder a un microcrédito.
Cabe destacar que muchas mujeres africanas no tienen el control de los ingresos en la economía familiar y tampoco tienen el poder de decidir dónde invertir las ganancias que generan para el sostenimiento de su hogar.
Incluso en el sector agrícola, a pesar de estar fuertemente caracterizado por el trabajo de las mujeres, son ellas las que perciben menos beneficios. Más del 80% de las mujeres en África subsahariana trabaja en el sector agrícola. No obstante, las mujeres agricultoras tienen menos control sobre las tierras, que suelen estar a nombre de sus maridos y, en la mayoría de los casos, no tienen ni siquiera el derecho de heredarla legalmente. Además, tienen acceso limitado a insumos, necesarios para mejorar la productividad o hacer frente al cambio climático. La situación laboral de la mujer no mejora en otros ámbitos. El PNUD señala que, si bien el 61% de las mujeres africanas trabaja, la mayoría de ellas continúa en situación de exclusión económica, al hacerlo en el sector informal principalmente y en peores condiciones que los hombres. Con una baja remuneración y una cobertura insuficiente, ven cómo sus derechos laborales son vulnerados de forma constante.
En el mundo, sólo el 50% de las mujeres participa en el mercado laboral, frente al 77% de los hombres. Cada minuto cuenta, firma aquí.
La sobrecarga de trabajo es también un fenómeno recurrente. Además del trabajo que les reporta ingresos, hay que sumar el tiempo que dedican a las labores domésticas, teniendo que recorrer en ocasiones muchos kilómetros para aprovisionarse. A ello se suma el cuidado de los hijos y de las personas mayores que viven con la familia. En Kenia, las mujeres ocupan hasta diez veces más tiempo en labores domésticas que los hombres. El promedio mundial es que las mujeres dediquen más del doble del tiempo de un hombre a labores domésticas.
En el África subsahariana, las mujeres y niñas de países de bajos ingresos pasan más de 40 mil millones de horas al año recogiendo y transportando agua, el equivalente al valor de un año de trabajo de la fuerza laboral en Francia. Cada minuto cuenta, firma aquí.
Acceso a los parlamentos y gobiernos
A nivel político, la prevalencia de prácticas culturales y tradicionales en muchos países del continente sigue siendo un obstáculo para que las mujeres puedan participar plenamente en la política. Cuando deciden hacerlo, se ven frente a distintos tipos de ataques, abusos e intimidaciones, al no estar aún reconocido por la sociedad como un trabajo que pueda ser realizado por mujeres. El continente, a nivel general, aún está por detrás de otras regiones del mundo en cuanto a representación femenina en instancias gubernamentales.
La violencia de género
La violencia de género, agravada en situaciones de conflicto en algunas zonas de África, es transversal en todas las etapas de la vida de la mujer, afectando seriamente a su salud, desarrollo, productividad y dignidad, así como a su papel activo en la sociedad. Además, estas mujeres víctimas de la violencia, suelen ser discriminadas por la sociedad y por sus propias familias. La violencia contra las mujeres, además de tener un trágico impacto sobre su salud y bienestar, tiene también un impacto económico, que alcanza según los estudios, un 3% del PIB, debido a la pérdida de productividad. Toda esta realidad muestra sin duda la importancia de llevar a cabo acciones urgentes para que todas las mujeres puedan tener una vida digna, saludable y libre de cualquier tipo de violencia, un acceso justo a la educación, la salud y a otros servicios básicos, que les permitan su desarrollo personal, empoderamiento económico y desarrollo de sus capacidades de acción y decisión.