Las iniciativas de colaboración entre el sector público, sector privado y las ONG para poner en marcha iniciativas que contribuyan al desarrollo han ido tomando fuerza en la última década. En la actualidad, las Alianzas Público Privadas para el Desarrollo (APPD) son reconocidas como camino indiscutible para lograr un avance más eficaz en la consecución en 2030 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
El auge de las Alianzas Público Privadas para el Desarrollo pone de manifiesto el consenso logrado en torno a que una implicación más activa y estratégica del sector privado es y será importante para luchar contra la pobreza. Las empresas tienen la oportunidad de trabajar junto a otros actores de la sociedad para llevar a cabo iniciativas de desarrollo y lograr los grandes desafíos que plantea la Agenda 2030. Pese a que el trabajo en alianza promete resultados más sustanciales, su puesta en práctica resulta compleja. A la diversidad de culturas e intereses, se suma la complejidad de los retos que se deben abordar.
Un nuevo agente aparece en la lucha contra la pobreza de forma ‘oficial’, pero conocemos cuál es su rol, qué papel debe jugar en ella. A continuación te contamos 5 factores a tener en cuenta para el impulso de una APPD:
1. ¿Qué son las Alianzas Público Privadas para el Desarrollo?
Aunque no existe una definición consensuada a nivel internacional, las APPD se entienden como las relaciones de colaboración entre el sector público, el sector privado empresarial y las organizaciones de la sociedad civil para llevar a cabo iniciativas que logren un impacto en desarrollo. Las Naciones Unidas añaden que las alianzas implican la creación de agendas comunes, así como también la combinación de recursos, riesgos y beneficios.
Hay que destacar que son relaciones voluntarias en las que cada aliado se implica activamente aportando sus competencias, recursos y capacidades para lograr resultados sustanciales en términos de desarrollo. La razón de ser de la alianza reside en que la “solución” al problema de desarrollo que aporta la alianza, no hubiera sido posible sin el aporte de los diferentes actores o hubiera sido mucho más costoso o complicado lograr el mismo resultado sin el trabajo conjunto.
2. ¿Quiénes son los actores que participan?
Los actores que pueden participar en una Alianza Público Privada para el Desarrollo engloban a las administraciones públicas, a los organismos internacionales, a las empresas del sector privado, ONG, universidades, sociedad civil, etc.
Una gran diversidad de agentes entre los que la presencia y el compromiso de las empresas del sector privado es fundamental. También la implicación de la sociedad civil a través de las ONG y las universidades destaca por su aporte fundamental en este tipo de alianzas.
3. ¿Qué tipos de alianzas existen?
Existen múltiples formas de colaboración público privada, que cabrían bajo la definición de Alianzas Público Privadas para el Desarrollo. Desde las redes y coaliciones, hasta las joint venture o entidades formalmente constituidas, pasando por alianzas en torno a la ejecución de determinados proyectos o programas.
Independientemente de la forma que adquiera la APPD (que deberá ser aquella que permita operativizar los aportes de los socios para lograr el objetivo de desarrollo logrado) debe existir algún acuerdo, memorando de entendimiento o convenio que regule la alianza y aclare las reglas del juego.
4. ¿Cómo puede la empresa participar en una Alianza Público Privada para el Desarrollo?
Según el tipo de objetivo que busque alcanzar una determinada alianza la empresa puede participar desde diferentes ámbitos:
- Por un lado, desde el negocio de las empresas, cuando la alianza promueve que la actividad de la empresa tenga un mayor impacto en el desarrollo de las sociedades donde opera o bien, reduzca los impactos negativos de su actividad. Por ejemplo, cuando se buscan mejorar las condiciones laborales de los trabajadores, resolver problemas estructurales en torno a la formación, etc. También cuando se persigue el desarrollo de los productores agropecuarios que actúan como proveedores de empresas vinculadas al sector alimentario o empresas de restauración que buscan mejorar el nivel de cualificación de los jóvenes de su entorno para poder integrarlos como empleados. En este bloque también se enmarcarían las experiencias en las que la empresa pone sus capacidades técnicas y económicas al servicio de una innovación en productos o servicios que resuelvan una necesidad relevante vinculada con contextos de pobreza.
- Por otro lado, desde su acción social. Serían alianzas en las que la empresa se involucra independientemente de que el problema a resolver no esté directamente relacionado con el tipo de negocio de la empresa, pero puede ser relevante para el conjunto de la sociedad. Por ejemplo, alianzas en torno a mejorar los niveles de calidad educativa de los niños.
5. ¿Tienen algo que ver las APPD y los negocios inclusivos?
Los negocios inclusivos son iniciativas en las que el sector privado juega un papel fundamental y buscan solucionar problemas sociales. Pretenden emplear medios empresariales, más naturales de la empresa, para mejorar la vida de la población y contribuir al desarrollo local.
Simplificando su clasificación, podría decirse que existen dos tipologías de negocios inclusivos. Aquellos en los que la empresa se convierte en un generador de trabajo y empleo para las comunidades con ingresos bajos en la economía formal o informal. Y, por otro lado, aquellos negocios inclusivos que buscan desarrollar productos y servicios innovadores y asequibles que mejoren la vida de la población, como pueden ser alimentos con propiedades nutricionales que pueden complementar la alimentación de los más pequeños o servicios innovadores que resuelvan las brechas de acceso a salud, energía, educación, etc.
Los negocios inclusivos no tienen por qué desarrollarse bajo un esquema de APPD, dado que no siempre se da la participación del sector público en este tipo de iniciativas. Sí son esenciales, y factor crítico de éxito en los negocios inclusivos, las alianzas con la sociedad civil y las universidades. El sector público puede participar, incentivando la entrada de la empresa en este tipo de iniciativas, actuando como facilitador para que puedan generarse las condiciones para su ejecución y en aquellos casos en los que la “solución” generada tenga un claro interés general al resolver una necesidad básica de la población.
¿Estamos preparados para las Alianzas Público Privadas para el Desarrollo?
Pese a que como se ha comentado se reconoce que las alianzas son el único camino para lograr los ODS planteados para el 2030, hay varios retos que deben ser superados en la práctica. El primero es la desconfianza mutua que lamentablemente aún existe entre la empresa, las ONG y el sector público, tanto en países desarrollados como en países en desarrollo. La segunda, intrínsecamente unida a la anterior, los prejuicios de unos frente a otros. La tercera, que los prejuicios a veces son fundados porque los intereses individuales superan los del objetivo común perseguido con la alianza. Nada cambiará si los diferentes actores no maduran en su visión de los otros, su manera de relacionarse con ellos y hacen una apuesta por el interés común. La empresa debe superar la visión de que la ONG sólo viene a pedirle algo, y pasar a creerse que necesita su conocimiento y aporte; la ONG debe creer que la empresa puede desear un objetivo social y no sólo un rendimiento económico o una mejora de su reputación. El sector público debe actual ágilmente, velando por los intereses de las partes y el beneficio general obtenido de la colaboración. Ante esto, la integridad, el respeto, la transparencia y la buena comunicación son factores críticos para el éxito.