La lucha contra el hambre es uno de los 17 objetivos de desarrollo sostenible planteados por los estados miembros de Naciones Unidas. Acabar con el hambre y la inanición, lograr la seguridad alimentaria, mejorar la nutrición y promover una agricultura sostenible es posible de aquí a 2030.
El mundo produce lo necesario para que siete mil millones de personas que vivimos en todo el planeta podamos alimentarnos. Sin embargo, 795 millones de personas sufren hambre crónica, el 10% de la población. ¿A qué se debe esto? Los desastres naturales, las zonas en las que se viven conflictos armados, la falta de herramientas para poder cultivar, el no tener acceso a microcréditos para poder invertir en sus tierras, son algunas de las causas que hacen que estas personas vivan en el círculo de la pobreza, sin poder salir de él.
10,77% de la población pasa hambre
795 millones de personas pasan hambre, eso significa que el 10,77% de la población sufre inseguridad alimentaria severa. Sin embargo, estos niveles son muy desiguales por continente, mostrándonos que donde naces, marca tu futuro.
En América Latina y Caribe el 7,9% de la población sufre hambre, en Oceanía el 12,1%, en Asia más del 13,5% y en África subsahariana los niveles de hambre crónica llegan al 24,8% de la población. Sin formación para poder mejorar sus técnicas de cultivos, sin recursos, ni herramientas para poder incrementar sus cosechas, estas personas no podrán alcanzar su seguridad y soberanía alimentaria.
El círculo de la pobreza empuja a las personas al hambre
Cuando hacemos referencia al círculo de la pobreza, nos referimos al conjunto de factores por los cuales la pobreza continuará a no ser que haya una intervención exterior. Se trata de familias que quedan atrapadas en la pobreza ya que no tienen recursos necesarios para poder cambiar su futuro. No tienen acceso a educación, herramientas, microcréditos que les permitan tener una oportunidad de mejorar, de cambio, un futuro más esperanzador.
A través del segundo objetivo de desarrollo sostenible de los 17 planteados, se pretende acabar con este círculo de la pobreza que empuja a las personas al hambre. Malnutrición, desnutrición, inseguridad alimentaria son graves situaciones a las que millones de personas, sobre todo los más vulnerables, se enfrentan. Que puedan acceder a alimentos a lo largo de todo el año, independientemente del país o continente donde hayan nacido, es el primer paso para poder erradicar el hambre.
Para conseguir este objetivo, se plantean una serie de metas concretas que hay que alcanzar en quince años:
- Poner fin al hambre y asegurar el acceso de todas las personas, en particular los pobres y las personas en situaciones vulnerables, incluidos los lactantes, a una alimentación sana, nutritiva y suficiente durante todo el año.
- Poner fin a todas las formas de malnutrición, incluso logrando, a más tardar en 2025, las metas convenidas internacionalmente sobre el retraso del crecimiento y la emaciación de los niños menores de 5 años, y abordar las necesidades de nutrición de las adolescentes, las mujeres embarazadas y lactantes y las personas de edad.
- Duplicar la productividad agrícola y los ingresos de los productores de alimentos en pequeña escala, en particular las mujeres, los pueblos indígenas, los agricultores familiares, los pastores y los pescadores, entre otras cosas mediante un acceso seguro y equitativo a las tierras, a otros recursos de producción e insumos, conocimientos, servicios financieros, mercados y oportunidades para la generación de valor añadido y empleos no agrícolas.
- Asegurar la sostenibilidad de los sistemas de producción de alimentos y aplicar prácticas agrícolas resilientes que aumenten la productividad y la producción, contribuyan al mantenimiento de los ecosistemas, fortalezcan la capacidad de adaptación al cambio climático, los fenómenos meteorológicos extremos, las sequías, las inundaciones y otros desastres, y mejoren progresivamente la calidad del suelo y la tierra.
- Mantener la diversidad genética de las semillas, las plantas cultivadas y los animales de granja y domesticados y sus especies silvestres conexas, entre otras cosas mediante una buena gestión y diversificación de los bancos de semillas y plantas a nivel nacional, regional e internacional, y promover el acceso a los beneficios que se deriven de la utilización de los recursos genéticos y los conocimientos tradicionales y su distribución justa y equitativa, como se ha convenido internacionalmente.
- Aumentar las inversiones, incluso mediante una mayor cooperación internacional, en la infraestructura rural, la investigación agrícola y los servicios de extensión, el desarrollo tecnológico y los bancos de genes de plantas y ganado a fin de mejorar la capacidad de producción agrícola en los países en desarrollo, en particular en los países menos adelantados.
- Corregir y prevenir las restricciones y distorsiones comerciales en los mercados agropecuarios mundiales, entre otras cosas mediante la eliminación paralela de todas las formas de subvenciones a las exportaciones agrícolas y todas las medidas de exportación con efectos equivalentes, de conformidad con el mandato de la Ronda de Doha para el Desarrollo.
- Adoptar medidas para asegurar el buen funcionamiento de los mercados de productos básicos alimentarios y sus derivados y facilitar el acceso oportuno a información sobre los mercados, en particular sobre las reservas de alimentos, a fin de ayudar a limitar la extrema volatilidad de los precios de los alimentos.