Hoy, 21 de septiembre, se celebra como cada año el Día Internacional de la Paz bajo el lema “Alianzas para la paz, dignidad para todos”. La finalidad del eslogan elegido por Naciones Unidas este año es enfatizar la importancia de que, todos juntos debemos trabajar para lograr la paz: organizaciones civiles, gobiernos, creyentes de todas y cada una de las diferentes religiones, empresas y organizaciones no gubernamentales. Vivir en un mundo mejor es posible si nos ponemos de acuerdo, #noestamoslocos por pensar así y los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible, podrían ser el camino para conseguirlo.
Las guerras: un mal que no cesa
A día de hoy siguen activas guerras devastadoras, como es el caso de Siria o Libia; y otros conflictos enquistados en el tiempo que duran ya muchos años, como el problema palestino-israelí, el conflicto armado en República Democrática del Congo o la guerrilla en Colombia.
A las muertes que se producen como consecuencia directa de estas guerras, se suman otros problemas que generan inestabilidad y malestar social, como el creciente número de refugiados y de desplazados internos dentro de los propios países en conflicto. El ejemplo más representativo es el de la guerra de Siria, que ha causado ya que más 4.000.000 de personas hayan abandonado su país para refugiarse tanto en países vecinos como Líbano, Turquía o como en Europa, donde tienen más posibilidades de prosperar y recuperar la vida que una guerra que dura ya más de 4 años les ha arrebatado. Además, a esta cifra de refugiados hay que sumarle los más de 7 millones de desplazados internos que se han visto obligados a dejar sus casas y desplazarse a otras regiones del país huyendo de los focos principales del conflicto.
Por otro lado, las guerras y conflictos armados generan una gran inestabilidad económica, ya que se destruyen empleos e industrias, provocando que, después de una guerra, la pobreza siga perviviendo entre sus habitantes.
El hambre y la inseguridad alimentaria, la falta de salud pública y provisiones insuficientes de agua y la vulneración de los derechos fundamentales de la población civil que, a menudo, se convierten en objetivos militares, son otras de las consecuencias que provocan los conflictos armados. Consecuencias terribles, que dejan a la población en situaciones de pobreza y vulnerabilidad permanente.
Los niños y niñas, la población más afectada por las guerras
En una guerra nadie gana, pero si tenemos que hablar de un sector de la población que sufre mucho más sus consecuencias ese es, sin duda alguna, la población infantil. Los conflictos armados constituyen el día a día de millones de niños en todo el mundo, no conocen qué significa vivir en paz.
Los niños, al igual que los adultos, mueren y son heridos de gravedad durante los conflictos. Además la población infantil se ve obligada a tener una educación muy informal y, en muchos casos, no disfrutar en ningún momento de su vida de lo que supone jugar con sus amigos y aprender a hacer cosas tan indispensables como leer y escribir.
En el peor de los casos, los niños se ven obligados a participar ellos mismos en los conflictos, convirtiéndose en “niños soldado” al unirse a las fuerzas armadas que participan en los conflictos. Éste es el ejemplo que mejor ilustra la extrema vulnerabilidad de los niños.
Las guerras dejan muchos huérfanos y familias separadas por la guerra, por la muerte de alguno de los progenitores o porque se ha producido un desplazamiento para huir del conflicto.
Más de un millón de niños han muerto durante los últimos diez años como consecuencia directa de las guerras, y la cifra de heridos se triplica, sin contar los que sufren de malnutrición, problemas psicológicos o enfermedades derivadas de la guerra.
Por todo esto, acabar con los conflictos violentos es necesario, por las personas que los sufren. #NoEstamosLocos, sabemos que si todos trabajamos juntos, un mundo más justo es posible.
Objetivo de Desarrollo Sostenible 16: promover sociedades pacíficas y mejor acceso a la justicia
Reducir considerablemente todas las formas de violencia, así como poner fin al maltrato, la explotación, la trata y la tortura contra los niños, y garantizar el igual acceso a la justicia es una de las prioridades marcadas por la ONU en los Objetivos de Desarrollo Sostenible que se ratificarán en una reunión de alto nivel en la Sede de Naciones Unidas de Nueva York a finales de esta semana.
Las metas de este objetivo son:
- Reducir considerablemente todas las formas de violencia y las tasas de mortalidad conexas en todo el mundo.
- Poner fin al maltrato, la explotación, la trata, la tortura y todas las formas de violencia contra los niños.
- Promover el estado de derecho en los planos nacional e internacional y garantizar la igualdad de acceso a la justicia para todos.
- Para 2030, reducir de manera significativa las corrientes financieras y de armas ilícitas, fortalecer la recuperación y devolución de bienes robados y luchar contra todas las formas de delincuencia organizada.
- Reducir sustancialmente la corrupción y el soborno en todas sus formas.
- Crear instituciones eficaces, responsables y transparentes a todos los niveles.
- Garantizar la adopción de decisiones inclusivas, participativas y representativas que respondan a las necesidades a todos los niveles.
- Ampliar y fortalecer la participación de los países en desarrollo en las instituciones de gobernanza mundial.
- Para 2030, proporcionar acceso a una identidad jurídica para todos, incluido el registro de nacimiento.
- Garantizar el acceso público a la información y proteger las libertades fundamentales, de conformidad con las leyes nacionales y los acuerdos internacionales.