Ayer, 21 de septiembre, se celebró el Día Internacional de la Paz. Kenia Ramos, nuestra delegada en Colombia nos cuenta la situación del país en este sentido.
Una guerra desde hace 50 años
El contexto colombiano en las zonas rurales es dramático pues es aquí donde se vive y se siente diariamente las consecuencias de la guerra, presente en el país de hace 50 años. En 2011 en el Gobierno Colombiano, a diferencia de la legislación anterior, reconoce la existencia de un conflicto armado interno, reconoce sus víctimas y legisla a favor de ellas aprobando una ley por la cual se dictan las medidas de atención, asistencia y reparación integral de las víctimas. En 2013 se registraron cerca de seis millones de víctimas del conflicto, contabilizadas desde el 1984.
En 2012 el Gobierno de Santos comunica al pueblo colombiano el inicio de los diálogos de paz con las Fuerzas armadas revolucionarias de Colombia- FARC. La agenda de paz con este grupo contempla 5 puntos: política de desarrollo agrario integral, participación política, fin del conflicto, solución al problema de las drogas ilícitas y víctimas. Hasta la fecha se han alcanzado acuerdos en torno a los cuatro primeros. No obstante, los grupos armados al margen de la ley en Colombia no es solo la FARC, esta tambien el Ejército de liberación nacional de Colombia (ELN) con quien el gobierno comienza ya conversaciones para iniciar un proceso de diálogos de paz similar al que se realiza actualmente.
Acuerdos de paz
En términos prácticos, el acuerdo de paz permitirá en primera instancia el abandono de las armas y el alto al fuego. Lo cual es importante porque abre la puerta para la construcción de un país inclusivo y de igualdad para todos los colombianos. El reto tras la firma de los acuerdos es alcanzar la participación democrática de todos los colombianos, sobre todo de aquellos que han vivido en zonas rurales olvidadas y que han sido víctimas de este conflicto, para que puedan participar activamente en la construcción de un nuevo orden social y económico que permita la inclusión y la equidad de todos los colombianos.
Cultivos de paz
CODESPA está presente en Colombia desde el año 1985 trabajando en lo que llamamos “cultivos de paz”. Nuestro trabajo en el país se desarrolla en las zonas rurales y acompañamos procesos de desarrollo económico local que permitan a las familias contar con medios de vida. Se trata de unidades productivas asociativas (similares a las cooperativas) con las que trabajamos fuertemente en la generación de capacidades para la administración del negocio pero tambien para fortalecimiento del tejido asociativo, a esto le llamamos fortalecimiento socio organizativo y empresarial. Desde esta base, contribuimos a la construcción de paz ya que los procesos de fortalecimiento socio-empresarial permiten la construcción de confianza entre las personas, importante en contexto en donde las personas están golpeadas por la guerra. Además, desarrolla la cohesión social permitiendo la identificación de objetivos y realidades comunes y fortalece la participación dentro del grupo con lo cual se adquieren habilidades para la participación comunitaria. Por otro lado, reconocen sus derechos dentro del grupo permitiéndoles también entenderse como personas que tienen derechos no solo dentro del grupo, sino en la sociedad en la que viven. Por último, se genera también arraigo en el territorio, permitiendo la defensa de sus tierras ante el Estado y los grupos armados. Todo esto contribuye a promover y generar una cultura de resolución de conflictos con el diálogo como herramienta básica, y es así como construimos paz desde nuestros proyectos en Colombia.
Las organizaciones de campesinos con los que trabajamos juegan un papel importante en el ordenamiento territorial, en los planes de desarrollo y la dinamización de la economía agropecuaria del país. No obstante, Colombia tiene una deuda con las zonas rurales y es su reforma agraria, que no se ha realizado y que fue el detonante del conflicto desde los años 50. Durante todos estos años de guerra el ámbito rural ha estado al margen de las políticas de desarrollo planteadas por los gobiernos y en los últimos años se le ha dado mucha fuerza a la industria minera extractiva como motor de desarrollo del país, relegando así la agricultura a un ámbito de menos importancia dentro de la estructura económica del país. Se promueve pues una economía basada en la extracción en detrimento de la actividad agropecuaria y es este uno de los grandes conflictos de Colombia y una tarea por resolver por el Estado. Con los diálogos de paz y siendo el primer punto de la agenda el desarrollo rural, coloca a las organizaciones de campesinos agropecuarios en actores claves para el diseño de un política pública de desarrollo rural inclusiva y que respete el derecho e incentive a la producción agropecuaria. Por esto, resulta de vital importancia continuar apoyando los procesos de fortalecimiento socio organizativo y empresarial de las organizaciones campesinas para que sean actores activos en el diseño de la política de desarrollo rural que se avecina.
Aún así, el final del conflicto definitivo no es algo que se alcanzará con la firma de un acuerdo de paz entre la FARC y el Estado, si es verdad que estos acuerdos permitirán en primera instancia el cese al fuego con lo que ya es una ganancia para la sociedad colombiana. No obstante y como está demostrado en otros países que han pasado por procesos similares a este, se requiere de un largo camino para construir procesos de paz sostenible para todos los colombianos. Los problemas de Colombia son muchos, el conflicto quizás el más visible pero no podemos olvidar que Colombia es el segundo país más desigual del mundo por tanto y aprovechando la puerta que abren los diálogos será el momento de atender también otras necesidades sociales que hasta ahora no han sido abordadas por el Estado colombiano. Por tanto, será necesario que se fortalezca la institucionalidad para ser capaz de ofrecer a todos los colombianos las mismas oportunidades de desarrollo, así también de fortalecer la ciudadanía para poder exigir sus derechos.