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2015 un año decisivo para la mujer

2015 un año decisivo para la mujer

Si las mujeres agricultoras tuvieran el mismo acceso a los recursos que los hombres, se reduciría entre 100 y 150 millones la cifra de personas que padecen hambre crónica.

Los beneficios que aporta el empoderamiento económico de las mujeres son evidentes. Cuando aumenta el número de mujeres con acceso a un empleo, se reducen mucho más las posibilidades de que las familias caigan en la pobreza. Está demostrado que cuando las mujeres se hacen cargo de los ingresos familiares, cuando tienen acceso a educación…, se producen grandes avances en la calidad de vida de las familias, empezando por las mejoras con respecto a la supervivencia infantil. El empleo ofrece a las mujeres los recursos necesarios para invertir en sus hijos e hijas, para que puedan tener una vida mejor, una educación mejor, y así evitar que se conviertan en nueva generación de personas abocadas a la pobreza.

1.300 millones de mujeres viven en situación de pobreza

En la actualidad las mujeres representan ya el 70% de la población considerada como pobre, y son también el sector de población más vulnerable. Es lo que actualmente se conoce como “feminización de la pobreza”, un fenómeno que no deja de crecer y que hace referencia a los problemas de acceso al progreso y desarrollo de la mujer al compararlos con los del hombre.

A pesar de que está claro que el empleo de las mujeres tiene un efecto multiplicador sobre otros muchos aspectos de la sociedad, lo cierto es que sigue siendo desigual la participación de las mujeres en el mercado laboral con respecto a la de los hombres.

En la mayoría de los países las mujeres con trabajos remunerados ganan entre un 10% y 30% menos que los hombres, y son también ellas quienes acceden a más empleos de baja remuneración. En el caso del África subsahariana, por ejemplo, el 86% de las mujeres tienen un empleo vulnerable, frente al 70% de los hombres.

Las mujeres son la cara más visible de la pobreza, especialmente cuando hablamos del mundo rural: porque tienen escaso acceso a recursos productivos y herramientas, capacitaciones y trabajos remunerados dignos. Todo ello ha contribuido a elevar durante los últimos 20 años el número de mujeres rurales que viven en la extrema pobreza, que ha crecido en un 50%, mientras que entre la población masculina sólo lo ha hecho en un 30%.

Las mujeres son las encargadas de la seguridad alimentaria de las familias

Resulta paradójico que un mayor porcentaje de las mujeres rurales de los países en desarrollo, que de hombres, vivan en situación de pobreza y hambre; cuando representan el 43% de la fuerza de trabajo agrícola en los países en desarrollo. Además, son las encargadas de producir la mayoría de los alimentos que se consumen en su comunidad y se hacen cargo de la seguridad alimentaria de sus familias.

La explicación debemos buscarla en el hecho de que las mujeres agricultoras tienen un limitado acceso a las tierras, las herramientas y los servicios de financiación si lo comparamos con el caso de los hombres. Además obtienen menos beneficios con las mismas inversiones.

Sin embargo no sólo el empleo es necesario para lograr el empoderamiento de las mujeres, sino que también se deben crear las políticas bancarias y comerciales adecuadas que permitan a las mujeres crear y desarrollar sus propias empresas de tamaño mediano. Por otro lado, se deberían eliminar las trabas legales en áreas como el acceso a la propiedad, el empleo, la justicia, los créditos, el sistema judicial y la protección frente a todas las formas de violencia.

 

Como vemos los retos y las injusticias a las que se enfrentan las mujeres resultan especialmente dramáticas en los países en desarrollo. Por eso, romper las numerosas barreras sociales, políticas y económicas que impiden a las mujeres alcanzar todo su potencial es clave para erradicar la pobreza en el mundo.

Pensar en el papel de la mujer en el desarrollo es en estos momentos más importante que nunca. Este año 2015 nos brinda un momento histórico y único, puesto que la comunidad internacional acordará una nueva hoja de ruta para el desarrollo de los próximos 15 años a través de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

En CODESPA estamos ya trabajando para lograr el empoderamiento de las mujeres y revertir las situaciones de pobreza en las que viven. El proyecto “La mujer indígena: tejedoras de paz en Colombia” de Colombia ha permitido que por el momento 74 mujeres indígenas y campesinas afectadas por el conflicto armado hayan visto mejorados sus ingresos, su independencia y su autoestima. El objetivo es que 199 mujeres más se beneficien de forma directa de este proyecto y que otras 60.202 mujeres vean sus condiciones de vida mejoradas.